RECOMENDACIONES
GENERALES
Tener
a mano, y siempre que se acuda al médico, un listado
actualizado de toda la medicación así como las horas a las que se
toma.
Un
pastillero con compartimentos para preparar
las dosis de cada día puede facilitar el cumplimiento terapéutico.
Es
muy importante tomar la medicación siempre a la misma hora.
Para
evitar el olvido de alguna toma, puede ponerse una alarma en el teléfono móvil
o reloj.
Si
se va a realizar un viaje,
llevar medicación extra.
Si
se tiene que ingresar en el hospital,
llevar la medicación antiparkinsoniana propia.
No
suspender nunca de forma brusca la medicación, podría tener complicaciones
serias.
Para
mejorar la absorción de la levodopa conviene
tomar la medicación con agua, entre 30 minutos y una hora antes de las comidas.
SUEÑO
Una
buena higiene del sueño es fundamental para el paciente parkinsoniano.
Medidas
que podemos tener en cuenta para ayudar a conseguir un buen
descanso son:
Evitar
estimulantes como el café, té o refrescos con
cafeína por la tarde.
Intentar
ir a dormir siempre a la misma hora,
en una cama cómoda y una habitación con temperatura adecuada.
Evitar
siestas diurnas.
Realizar
ejercicio físico regular puede
ayudar a conciliar mejor el sueño.
DIETA
Los
pacientes con EP pueden sufrir estreñimiento, enlentecimiento del vaciado
gástrico, interacciones de la medicación con ciertos nutrientes y pérdida de
peso. Una buena nutrición es importante para todos, y va a jugar un papel
fundamental en el párkinson.
Una
dieta saludable ayuda
a tener más energía, maximizar el efecto de la medicación y fomentar el
bienestar general del paciente.
La
dieta mediterránea constituye
el modelo de una dieta saludable. Sus principios generales son:
Aumentar
el consumo de verduras, frutas, legumbres y
frutos secos.
El
pan y los alimentos procedentes de cereales
(pasta, arroz, especialmente, sus productos integrales)
deberían formar parte de la alimentación diaria.
El
aceite de oliva debe
ser la fuente principal de grasa.
Reducir
el consumo de sal y grasas saturadas (bollería,
embutido, fritos…).
Consumo
bajo de alcohol.
El
estreñimiento es un síntoma muy frecuente en la
EP. Para prevenirlo es fundamental tomar una dieta rica en fibra y a su vez una
ingesta de líquido (agua, infusiones, zumos…) de al menos 1,5 a 2 litros
diarios (si no la fibra no será eficaz). El ejercicio físico también ayudará al
tránsito intestinal del bolo fecal.
En
fases avanzadas de la enfermedad, sobre todo pacientes que sufran fluctuaciones
motoras pueden notar que las comidas ricas en proteínas
(leche, carne, pescado, huevos) interfieren
con la levodopa, haciendo que ésta sea menos
efectiva. En estos casos se recomiendan dietas
con restricción de proteínas o, preferiblemente, redistribución
de las mismas: por ejemplo, tomar los alimentos con alto contenido proteico en
la cena o al menos con un intervalo de 30 a 60 minutos entre la toma de medicación
y la comida.
Otro
problema frecuente en fases avanzadas de la enfermedad es la
disfagia o dificultad para tragar. Puede traer complicaciones como
infecciones respiratorias por paso de comida a la vía respiratoria. Deberemos
sospecharlo cuando el paciente tosa con la comida, ésta quede acumulada en la
boca o presenta náuseas con frecuencia. En estos casos deberemos establecer
estrategias para mejorar la deglución, educando al paciente en:
Técnicas
para mejorar la alimentación.
Recomendaciones
para modificar la textura de la comida y líquidos (uso de espesantes…).
Ejercicios
para fortalecer la musculatura oral y de la garganta.
Educación
en posturas seguras para comer.
TERAPIAS
REHABILITADORAS EN LA ENFERMEDAD DE PARKINSON
Además
del tratamiento farmacológico, existen terapias rehabilitadoras dirigidas a aliviar
los síntomas y mitigar las consecuencias derivadas de los mismos. Su éxito se basa
en su aplicación precoz y mantenida a lo largo de la vida del paciente. El
objetivo de este tipo de terapias es conseguir una mayor autonomía e
independencia de la persona, con una adecuada realización de las actividades
básicas de la vida diaria.
En
definitiva, mejorar la calidad de vida del afectado y sus familiares.
Las
principales terapias rehabilitadoras son: fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional,
estimulación cognitiva y apoyo psicológico y emocional.
Ejercicio y fisioterapia
El
ejercicio físico es uno de los pilares de una vida saludable, constituyendo una
parte fundamental del tratamiento en la EP. Diferentes estudios han demostrado
que el ejercicio en las personas con párkinson aporta
beneficios complementarios al tratamiento farmacológico.
El
ejercicio diario ayuda a mantener y mejorar la movilidad, la flexibilidad y el equilibrio,
así como otros síntomas de la enfermedad como el estreñimiento o las
alteraciones del sueño.
El
ejercicio puede consistir en caminar, realizar tabla de ejercicios de
estiramiento o nadar, entre otros. Es recomendable realizarlo a diario o al
menos varias veces por semana, sin que sea extenuante para el paciente.
La
fisioterapia puede
ayudar a retrasar la progresión de los trastornos motores, permitiendo mayor
grado de autonomía para realizar actividades de la vida cotidiana.
Suele
ir dirigida:
·
Reeducación de la marcha.
·
Proporcionar pautas para una
mejora del equilibrio y flexibilidad.
·
Evitar caídas.
·
Aportar estrategias para salir de
los bloqueos de la marcha.
·
Facilitar la independencia
funcional para las actividades de la vida diaria.
El
fisioterapeuta puede diseñar programas adecuados a las necesidades de cada paciente.
Logopedia
El
objetivo de la logopedia es lograr una mejora de los componentes del
habla y deglución alterados, así como de potenciar
al máximo aquellas habilidades conservadas, repercutiendo además de forma beneficiosa
en la expresividad facial.
La
logopedia suele ir dirigida a:
·
Entrenamiento respiratorio.
·
Mejora de la movilidad de labios,
lengua, paladar y maxilar para optimizar la articulación y deglución .
·
Potenciar la intensidad de la voz.
·
Mejora de la dicción y claridad en
la articulación.
·
Mejora de la hipomimia mediante
masajes faciales y movilizaciones activas que disminuyan la rigidez y
bradicinesia de la musculatura facial.
·
Tratamiento y prevención de la
disfagia para asegurar, en caso de que existan dificultades para tragar, una deglución
segura y eficaz y evitar atragantamientos.
Terapia ocupacional
El
objetivo de la terapia ocupacional es lograr que la persona con párkinson pueda
mantener su nivel habitual de actividades básicas de la vida
diaria, tales como el cuidado personal
(vestirse, lavarse, comer, bañarse y asearse), u otras actividades diarias
(tareas domésticas, compras, gestiones…). El terapeuta ocupacional se encargará
de identificar las dificultades que pueda presentar el paciente para el
desempeño de dichas tareas y de fortalecer la relación del
afectado con su ambiente laboral, social y de ocio.
La
terapia ocupacional está encaminada a:
·
Conseguir que la persona afectada
sea lo más independiente y autónoma posible, manteniendo o incluso mejorando su
calidad de vida.
·
Conseguir una correcta higiene y
cuidado personal del paciente por sí mismo.
·
Eliminar barreras arquitectónicas
dentro del hogar y el entorno.
·
Mejorar la comunicación funcional.
·
Mejorar y/o mantener las
habilidades cognitivas (atención, memoria, orientación…).
·
Facilitar el disfrute de su tiempo
libre y la planificación de actividades de ocio.
·
Mantenimiento del puesto de
trabajo por el mayor tiempo posible adaptando las actividades y funciones
propias.
Estimulación cognitiva
La
estimulación cognitiva o psicoestimulación en personas con enfermedades
neurodegenerativas busca ralentizar el deterioro,
potenciando principalmente aquellas habilidades cognitivas que estén
preservadas y mantenerlas durante el mayor tiempo posible.
La intervención viene guiada por una evaluación y planificación metódica y
exhaustiva por el terapeuta de rehabilitación cognitiva o neuropsicólogo.
Las
actividades y ejercicios deberán ser adecuados para el nivel cognitivo de la
persona afectada y orientadas hacia aquellas habilidades que se busque
potenciar en dicha persona en particular. Se trabajan áreas tales como la
memoria, el cálculo, los procesos de pensamiento abstracto, la atención, las
funciones ejecutivas, etc.
Apoyo psicológico y emocional
En
la mayoría de los casos, la ayuda psicológica es necesaria puesto que existen factores
emocionales que difícilmente podrán resolverse si no son tratados de manera
adecuada.
Algunos
de los factores que pueden mejorar con el apoyo
psicológico son:
·
Trastorno del ánimo: como
la depresión o los problemas de ansiedad.
·
Alteraciones del sueño: suelen
darse a la hora de mantener el sueño principalmente, con episodios de sueño fragmentado
y despertares precoces.
·
Psicosis: tales
como alucinaciones visuales y delirios.
·
Aislamiento social.
·
Dificultad en el control de
impulsos: tales como trastornos sexuales, ludopatía
u otros comportamientos compulsivos.
Mediante
la intervención psicológica se ayuda al paciente a buscar recursos que
faciliten su adaptación a los problemas que van surgiendo en la vida cotidiana,
y se ofrecen herramientas para fortalecer su confianza y seguridad en sí mismo.
Además se proporciona, tanto a él como a sus familiares, el apoyo necesario
para afrontar de manera eficaz las emociones derivadas del diagnóstico de esta
enfermedad y su posterior evolución a lo largo de los años.
Los
objetivos específicos del apoyo emocional persiguen:
·
Aceptación de la enfermedad y
adaptación a los cambios.
·
Mejora del estado anímico y manejo
de emociones.
·
Estimulación de las relaciones sociales
y familiares.
·
Mejora de la autoestima y el autocontrol.
Otras terapias
Actividades
como el baile, musicoterapia, masaje
corporal y facial, aromaterapia y risoterapia pueden
ser beneficiosas en pacientes con EP.
Diferentes
estudios muestran que el Tai-Chi puede
mejorar el equilibrio y reducir las caídas en pacientes con EP.
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