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Enfermedad de parkinson en estadios iniciales

SÍNTOMAS
Como se vio con anterioridad, el diagnóstico de la EP es clínico, y para que se den las manifestaciones clínicas típicas de la enfermedad se ha tenido que producir una pérdida de dopamina en el cerebro por encima del 70%. Hasta llegar a ese nivel de pérdida de dopamina puede haber manifestaciones sutiles de la enfermedad, lo que se conoce como periodo premotor.
Durante este periodo, la persona puede presentar síntomas depresivos, pérdida de olfato, estreñimiento o alteraciones del sueño consistentes en sueños muy vividos (trastorno de conducta del sueño REM). También puede presentar dolor, el cual es muy frecuente que afecte al hombro del lado de comienzo de la EP. Otros síntomas premotores son el aumento de la sudoración o cambios cutáneos como la dermatitis seborreica.
Los síntomas iniciales de la enfermedad pueden ser leves e instaurarse de forma muy gradual. Los familiares percibirán una pérdida de la expresividad facial del paciente, o que éste camina más lento de lo habitual, con pasos cortos y uno de los brazos sin balancear. El paciente puede notar que le cuesta más firmar un documento o que su letra se va haciendo más pequeña cuando escribe.
También puede tener más dificultad para afeitarse o abrocharse los zapatos o botones de la ropa, así como para girarse en la cama o levantarse de ella o de una silla. El temblor suele comenzar en una extremidad superior y posteriormente extenderse a la extremidad inferior del mismo lado.
Un porcentaje de pacientes presentan alteraciones cognitivas ligeras, como dificultad para concentrarse o planificar una tarea.
El comienzo asimétrico de la enfermedad es muy característico y se mantendrá a lo largo de la evolución de la enfermedad, permaneciendo el lado de comienzo más afectado.
TRATAMIENTO DE LA EP EN ESTADIOS INICIALES
El tratamiento inicial de la EP idealmente debería ser un tratamiento neuroprotector.
Entendemos como neuroprotección la intervención que protege o rescata neuronas vulnerables y, por tanto, enlentece, frena o revierte la progresión de la enfermedad.
Ningún fármaco antiparkinsoniano ha demostrado en la actualidad un efecto neuroprotector. No obstante, aunque no disponemos de un tratamiento curativo para la enfermedad, sí que tenemos diferentes terapias eficaces para aliviar sus síntomas.
Existen diferentes grupos de fármacos antiparkinsonianos según el mecanismo mediante el cual actúan en el sistema nervioso para aumentar o sustituir la dopamina.
La levodopa sigue siendo el fármaco más eficaz para el tratamiento de la EP y el patrón de referencia del tratamiento farmacológico.
Basándonos en las recomendaciones de la Guía Oficial de Práctica Clínica en la Enfermedad de Parkinson de la Sociedad Española de Neurología (2009), hay ciertas premisas a la hora de iniciar el tratamiento en la EP:
No hay evidencia que justifique retrasar el inicio del tratamiento con fármacos dopaminérgicos. El inicio temprano del tratamiento en la enfermedad de Parkinson no está relacionado con una peor evolución de la enfermedad.
No hay un fármaco de primera elección para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson inicial. Esta elección va a depender de las manifestaciones clínicas y estilo de vida del paciente y de la preferencia del enfermo tras haber sido informado de los beneficios y riesgos a corto y largo plazo de los diversos fármacos.
El tratamiento en la EP es un tratamiento individualizado, cada paciente puede tener unas necesidades diferentes o tomar unos fármacos determinados, ya que otros no serán tan adecuados para él según los efectos adversos u otras patologías médicas que padezca.
Cuando se vaya a iniciar el tratamiento, si los síntomas son leves o moderados suele utilizarse un solo fármaco, que puede ser un inhibidor de la MAO-B (enzima que degrada la dopamina), o un agonista dopaminérgico.
Si los síntomas son más severos o el diagnóstico de EP es dudoso se inicia el tratamiento con levodopa.
Si el paciente es mayor de 70 años en el momento del diagnóstico, también se
recomienda iniciar directamente el tratamiento con levodopa.
La dosis de levodopa debe ser la más baja que permita una buena capacidad
funcional con el fin de reducir el desarrollo de complicaciones motoras.
La amantadina, un antigripal cuyos efectos son beneficiosos para disminuir los síntomas motores especialmente en las etapas iniciales, puede emplearse en el tratamiento de la EP inicial, pero no es un fármaco de primera elección.
Los anticolinérgicos pueden emplearse como tratamiento de inicio, pero típicamente en paciente jóvenes con temblor grave, no siendo fármacos de primera elección debido a su eficacia limitada y a la propensión a provocar efectos adversos neuropsiquiátricos.
Para evitar los efectos adversos del tratamiento puede emplearse domperidona antes de cada una de las tomas.

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