Decimos
que la EP es un trastorno neurodegenerativo porque afecta al sistema nervioso,
produciéndose unos mecanismos de daño y posterior degeneración de las neuronas
ubicadas en la sustancia negra. Estas neuronas
se encargan de producir la dopamina,
una sustancia química (neurotransmisor) fundamental para que el movimiento del
cuerpo se realice correctamente. Cuando el cerebro no dispone de la dopamina
suficiente para mantener un buen control del movimiento, los
mensajes de cómo y cuándo moverse se transmiten de forma errónea, apareciendo
de forma gradual los síntomas motores típicos de la enfermedad.
Pero
también se ha visto que hay otras neuronas afectadas en la EP y por tanto otros
neurotransmisores como la serotonina, noradrenalina y
acetilcolina, lo que nos va a explicar otros
síntomas no motores de la enfermedad.
La
edad media de comienzo de la enfermedad está en torno a la sexta década de la
vida, aunque uno de cada cinco pacientes es diagnosticado antes de los
cincuenta años. La EP afecta más a los hombres que
a las mujeres.
La
EP es una enfermedad crónica y
progresiva, es decir, los síntomas empeoran con
la evolución de la enfermedad. Su curso suele ser gradual,
afectándose típicamente al comienzo de la enfermedad un solo lado del cuerpo. La
EP es un trastorno muy heterogéneo, cada paciente puede presentar
unos síntomas y curso muy variable. No hay ningún factor que nos permita
predecir su curso en un determinado paciente. Por ello, es una enfermedad en la
que especialmente el tratamiento deberá ser
individualizado.
Aunque
se trate de una enfermedad neurodegenerativa, la EP no es una enfermedad mortal
en sí misma. La expectativa de vida promedio de un paciente con párkinson generalmente
es la misma que las personas que no la padecen.
El
óptimo tratamiento médico, así como las terapias rehabilitadoras, pueden
mitigar los síntomas de la enfermedad. De este modo, los
pacientes pueden mantener su actividad cotidiana y una buena calidad de vida
durante muchos años después del diagnóstico.
SÍNTOMAS
MOTORES DE LA EP
La
EP se caracteriza por la presencia de síntomas motores
y síntomas no motores.
No
todos los pacientes los desarrollarán todos, ni su evolución tiene que ser
igual.
Existen
4 síntomas cardinales o típicos que definen la
enfermedad. Según los criterios de diagnóstico actuales, para diagnosticar a un
paciente de EP éste deberá presentar al menos 3 de los siguientes síntomas:
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Temblor
Hasta
un 70% de los afectados comienzan con temblor como
primer síntoma de la enfermedad. El temblor Parkinsoniano es
característicamente un temblor de reposo, es decir,
aparece cuando no se realiza ninguna tarea con la
parte del cuerpo que tiembla. Típicamente suele comenzar en las extremidades,
afectando a la mano o a un pie, pero también puede afectar a la mandíbula o a
la cara (párpados, labios). El temblor Parkinsoniano puede mejorar o
desaparecer cuando vamos a realizar un movimiento concreto y aumentar en
situaciones de estrés. El temblor se suele difundir al otro lado del cuerpo a
medida que avanza la enfermedad, aunque generalmente será más marcado en el
lado en que éste comenzó. Aunque el temblor es el síntoma más notorio y quizás
conocido de la enfermedad, no todos los pacientes con párkinson
desarrollarán temblor.
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Bradicinesia
Cuando
hablamos de bradicinesia nos referimos a la lentitud para realizar un
movimiento.
El
paciente con párkinson tardará en realizar una tarea más
tiempo de lo que previamente hubiera
necesitado, puede tener dificultad para iniciar un movimiento o cesar
bruscamente una actividad que esté llevando a cabo. La bradicinesia se refleja
también en la amplitud del movimiento,
que puede verse reducida, así como en tareas motoras finas de la vida cotidiana
como abrocharse los botones, cortar la comida, atarse los cordones de los
zapatos o cepillarse los dientes. Se producen cambios en la escritura y la
letra se hace más pequeña, lo que se conoce como micrografía.
La
“marcha Parkinsoniana” también
es una manifestación de la bradicinesia. De forma característica, se trata de
una marcha lenta, a pasos cortos, arrastrando los pies y con una disminución o
ausencia de braceo.
El
término acinesia sería
la situación extrema de la bradicinesia: incapacidad para iniciar un movimiento
preciso o pérdida del movimiento automático.
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Rigidez
La
rigidez constituye un aumento del tono muscular:
los músculos están constantemente tensos y no se pueden relajar bien. La
rigidez puede provocar:
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Reducción de la amplitud de
los movimientos: como el balanceo de los brazos al caminar.
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Dificultad para
girarse en la cama o incorporarse de una silla.
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Dolor y calambres en
las extremidades y sensación de tensión en el cuello o la espalda.
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Disminución de la expresividad facial
por la rigidez de la musculatura de la cara, dando lugar a una dificultad para
sonreír o a un rostro serio o inexpresivo.
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Inestabilidad
postural
La
inestabilidad postural (alteración del equilibrio) se ha considerado el cuarto
signo típico de la EP.
A
medida que la enfermedad avanza, los pacientes Parkinsonianos tienden a adoptar
una postura encorvada, con una
flexión del tronco hacia delante, o incluso lateralmente, lo que contribuye al
desequilibrio. La alteración del equilibrio puede ocasionar inestabilidad y, por
tanto, riesgo de caídas en situaciones de la vida cotidiana, como levantarse de
una silla, realizar un movimiento brusco, un giro o caminar. La inestabilidad postural
puede ser uno de los síntomas más
incómodos de la enfermedad por el riesgo ya
mencionado de caídas y lesiones que puede conllevar en los pacientes.
SÍNTOMAS
NO MOTORES
Aunque
menos conocidos, son una parte muy importante de la enfermedad, ya que pueden
llegar a provocar grandes interferencias en el día a día de los pacientes.
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Trastornos
del sueño
Son
altamente frecuentes en
esta enfermedad. Un tercio de los pacientes presentan insomnio. También pueden
tener sueños muy vívidos, somnolencia diurna o alteración del ciclo
vigilia-sueño.
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Pensamiento
y memoria
Los
pacientes con EP pueden presentar lentitud en el pensamiento o
cambios en su razonamiento, memoria o concentración, y algunos pacientes con EP
desarrollarán deterioro cognitivo. El deterioro cognitivo asociado al párkinson
es diferente a la enfermedad de Alzheimer, afectando a áreas como las funciones
ejecutivas (abstracción, planificación de un
objetivo), atención, función visioespacial (dificultad
para medir las distancias) más que a la memoria.
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Trastornos
neuropsiquiátricos
Alteraciones
del estado de ánimo como
depresión, ansiedad y apatía.
Alucinaciones
e ideas delirantes, como alucinaciones visuales y
delirio de celos o de perjuicio.
Trastornos
del control de impulsos: hipersexualidad,
ludopatía, compras compulsivas, atracones, etc.
Otros:
punding (realizar una tarea o afición de forma adictiva); síndrome de disregulación
dopaminérgica (tomar la medicación antiparkinsoniana de forma compulsiva).
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Otros
Estreñimiento,
aumento de sudoración, hipotensión ortostática (sensación de mareo o incluso
desvanecimiento con los cambios posturales), disfunción sexual, síntomas
urinarios.
Pérdida
de la capacidad del olfato, dermatitis seborreica, alteraciones visuales, fatiga
o cansancio, dolor y trastornos sensitivos no explicados por otros motivos.
Alteraciones
del habla y la deglución.
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